Alejandra y Ricardo Darín, dos hermanos unidos por el amor y la actuación
La muerte de Alejandra Darín a los 62 años dejó un profundo dolor en su familia. Así era su estrecha relación a pesar de lo que decían los medios.
La muerte de Alejandra Darín dejó un profundo vacío en el mundo artístico, pero sobre todo en su hermano Ricardo, con quien compartió una relación entrañable y llena de complicidad. A pesar de la pérdida, sus palabras y recuerdos ayudan a pintar el retrato de una relación fraternal única, marcada por el cariño, la admiración mutua y el compañerismo que desarrollaron desde su infancia.
Desde pequeños, Alejandra y Ricardo vivieron una infancia condicionada por la compleja figura de su padre, Ricardo Darín padre. Así lo recordaba Alejandra en una entrevista con Clarín: “De mi papá podés decir lo mejor y lo peor. Un personaje bastante particular, con mucha ausencia, y también mucha presencia. Cuando estaba, era muy atractivo estar con él. Era un tipo con una cabeza increíble. Para mí era como un oráculo, yo llevaba gente para que lo conociera”.
Este entorno moldeó a los hermanos, quienes encontraron en su madre, Renée Roxana, un pilar de contención que les permitió crecer con solidez en medio de los desafíos.
Alejandra siempre destacó la cercanía con Ricardo, quien al ser mayor por cinco años, ocupó el rol de figura paterna en su vida cotidiana. Su relación estaba basada en la lealtad y en una complicidad que pocas veces se rompía, aunque los episodios de travesuras infantiles también estaban presentes, como cuando Ricardo la delató ante su madre por fumar a los 16 años.
A pesar de los intentos de los medios por generar una rivalidad profesional entre ellos, Alejandra siempre fue clara al desmentir cualquier tipo de conflicto: “Mi hermano ni me abrió ni me cerró ninguna puerta. Somos dos chicos, criados en el seno de una familia de actores. Cada uno hace lo que puede. Pero nunca lo sufrí como un karma”, aseguraba.
En su carrera, Alejandra supo marcar su propio camino, lejos de la sombra de su hermano. Su consolidación como actriz llegó en los años 80, con su participación en telenovelas como Dos vidas y un destino, Amo y señor y La extraña dama.
En los 90, continuó demostrando su talento en éxitos como Dulce Ana y Poliladron, mientras que en los 2000 dio un giro hacia el cine con películas como Samy y Yo, donde interpretó, curiosamente, a la hermana de Ricardo en la ficción. “Un personaje muy diferente al de la vida real, gracias a Dios”, dijo Alejandra sobre ese papel.
Aunque Alejandra desarrolló su carrera a prudente distancia de la de Ricardo, los hermanos siempre mantuvieron una conexión inquebrantable. En sus palabras, se podía ver el orgullo por el camino que cada uno había trazado. Alejandra lamentaba únicamente que, en ocasiones, su trabajo fuera eclipsado por el apellido que compartían: “Lo que me ha molestado es que alguna vez me hayan hecho una nota a mí y la titulen: ‘La hermana de Darín’”.
A pesar de su partida, los recuerdos y las historias compartidas entre Alejandra y Ricardo seguirán vivos en la memoria colectiva, dejando un legado de amor, respeto y profesionalismo que se mantendrá por generaciones.
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