Paul McCartney en Buenos Aires: el misterio mágico de la vigencia de la leyenda beatle

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Con 82 años, el ex Beatle dio una muestra de cómo combatir el paso del tiempo con un show conceptual cargado de frescura y emoción.

A pesar de que durante la noche del domingo en el estadio de River Plate Paul McCartney junto a su gran banda interpretaron 37 temas a lo largo de más de dos horas y media de show, el disco "Magical Mystery Tour" no tuvo presencia en la noche, probablemente porque sus mejores canciones ("I am the Walrus", "Strawberry Fields Forever" y "All You Need is Love") tienen como vocalista principal a John Lennon. A pesar de ello, el misterio mágico que si se pudo develar este fin de semana en Buenos Aires es el de la vigencia de la leyenda beatle a sus 82 años: McCartney se retroalimenta constantemente de su banda y su público con una soltura envidiable; si en lo más profundo de su intimidad él carga con la tarea de "mantener el legado beatle" que por obvias razones hace tiempo no pueden llevar a cabo John Lennon y George Harrison, durante el tiempo de espectáculo esto realmente no se nota.

Así como existe el mito de que se trata de un "doble de McCartney", hablar de un sólo Paul después de lo visto este fin de semana sería un acto de injusticia. Hay varios que conviven en una misma persona: está el Paul que arenga a decenas de miles de personas en "Ob-La-Di, Ob-La-Da" y "Hey Jude"; también el "director de orquesta" que, por ejemplo, dirige todo mientras los vientos tocan desde la platea en "Letting Go"; convive el Paul multinstrumentista, uno llega a perder la cuenta de los diversos instrumentos que toca durante la noche, apoyado también en lo polifacético de su banda; y el Paul que solo puede conmover a un estadio completo como pocos (más adelante volveremos a esta faceta). Pero quizás, a esta altura de la vida de McCartney, a este cronista el que más le gusta es ese Paul que simplemente se entrega a tocar con su grupo y dejar que el asunto fluya. Para eso tiene una enorme ventaja, que consiste en el inigualable catálogo del que puede tomar piezas a gusto para simplemente ejecutarlas y darles vida: ¿o acaso necesitan algo más temazos como la inicial "A Hard Day's Night", "Love Me Do", "Get Back" y "Helter Skelter"?

El ex beatle también plantea diversas aristas desde el repertorio: mientras el final del set principal complace al máximo hasta al asistente más casual con la tríada "Let It Be", "Live and Let Die" y "Hey Jude", ya en territorio de bises el trío final escapa a "las canciones que sabemos todos" y resignifica el disco "Abbey Road" tocando "Golden Slumbers", "Carry That Weight" y "The End" en el orden que están en el álbum y sin pausas en el medio, convirtiendo a las tres piezas en un gran final conceptual.

Mención más que especial merece la ejecución de la bellísima "Blackbird", promediando el show. Con una comodidad absoluta, McCartney empieza a ejecutar esta pieza única solo con su guitarra acústica, mientras el centro del escenario donde estaba ubicado se empieza a elevar. En ese momento se me cruzó un segundo por la cabeza que Paul ya tiene 82 y que en algún momento (ojalá falte mucho) le tocará "ir a reencontrarse" con Lennon y Harrison allá arriba. Pero la emoción que transmite la voz del ex beatle hace que el pensamiento se vaya y la noche siga. Tras finalizar el show con "The End", McCartney se despide con un "hasta la próxima" que, suceda o no, ratifica una actitud coherente con el legado de su obra artística y cobra mayor significado en un país en el que tenemos un máster en eso de "seguir pase lo que pase": take these broken wings and learn to fly.

A Hard Day's Night

paul mccartney

Now and Then

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Las mejores fotos de Paul McCartney en Buenos Aires

paul mccartney
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