Robert Pattinson es brillante en "Mickey 17", pero la película cae en lo básico y absurdo

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Bong Joon-Ho vuelve a la ciencia ficción con "Mickey 17" y de la mano de Robert Pattinson, pero en una película en la que falla la diversión y recae en aspectos básicos.

Noe Ríos
Por Noe Ríos

Qué difícil cuando una película me genera sentimientos encontrados, porque nunca termino de definir si está buena o, hablando en criollo, es malísima. Aún así, el cine de Bong Joon-Ho, quien regresa a la pantalla grande después de un camino recorrido con "Snowpiercer" y "Okja" y a cinco años de haber ganado su merecido Oscar con "Parasite", siempre me pareció fascinante y creo que "Mickey 17", su nuevo film, no entra en el último adjetivo calificativo. Sino que la sorpresa está en que esta cinta es una sátira básica y que recae en lugares comunes, lo cual me sorprendió porque, de toda la historia, solamente puedo destacar a Robert Pattinson.

En sí, algo que tiene "Mickey 17" es la marca exclusiva y notoria de Joon-Ho: dosis de humor negro, melodrama, sátira, crítica social y una mirada sobre la condición humana en la que se mezclan la impiedad y la compasión. Pero en esta nueva producción hay una pena enorme: el director no encontró coherencia, solo hubo una sencillez apabullante en la que nadie más que Robert Pattinson fue brillante. Quizás un poco a nivel producción y visualmente hablando la cinta tiene lo suyo, ¿pero el resto? Una decepción extensa y sin sentido que busca burlarse de temas clichés y encima lo hace de manera engorrosa.

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"Mickey 17" está ambientada en 2054, cuando la tierra empieza a hacerse inhabitable y no queda otra que salir a buscar otros planetas para asegurar la supervivencia humana. Este proyecto es comandado por Marshall, un marmota político de rasgos trumpianos que es interpretado por Mark Ruffalo y quien, junto a su esposa (Toni Collette) lideran una misión con destino a Niflheim, un planeta de superficie helada habitado por unos bichos con forma de gusanos gigantes que la frívola primera dama quiere exterminar.

En esta aventura es donde se cuela Mickey Barnes, el personaje de Robert Pattinson, quien busca escapar de la tierra en un intento desesperado por evitar pagar una deuda que tiene con un usurero. Es por eso que, en medio de su desesperación se convierte en un voluntario "descartable", una especie de cobayo con forma humana. Mickey morirá una y otra vez en el intento, pero su cuerpo es reciclado en una especie de fotocopiadora 3D previo escaneo de sus funciones básicas, recuerdos y sentimientos. De esa manera, cada nueva versión “renacida” seguirá siendo humana, podrá enamorarse (para eso está el personaje de Naomi Ackie) y soñar.

Y, si bien la idea de Bong, así como todas las que ha tenido, tiene cierto punto de originalidad por lo que siempre se espera mucho más de él, la narrativa termina siendo densa y hasta un poco incoherente. La sátira, debo decir, me parece uno de los géneros más complejos para abordar porque siempre hay riesgos y uno de los que no tiene vuelta atrás es pasarse de rosca con la burla, recayendo en lugares comunes que ya no tienen ningún tipo de gracia.

Mickey 17

Es, justamente a eso, a lo que se somete este film todo el tiempo, está exacerbando de manera exponencial una temática futurista combinada con la ética de la clonación y la explotación laboral, así como el genocidio que fueron plasmados en un guion desordenado y sin sentido. Aún así, algo para destacar es que hay un complemento que sabe levantar, al menos, el costado futurista de la historia: la producción. A nivel visual hay algo extremadamente perfecto, creíble con recursos tecnológicos y digitales de lo que, evidentemente, es una costosa superproducción de ciencia ficción que, simplemente, se convirtió en un laberinto confuso con una sola resolución: Robert Pattinson como el protagonista.

Hace ya años que Robert Pattinson demuestra que es hábil y muy versátil a la hora de actuar. De repente nos podemos encontrar con "Batman", con Tyler Hawkins de "Recuérdame" o con un inútil, insolente, torpe, pero emocionalmente agradable Mickey Barnes. Su personaje mantiene un carisma constante que es brillante y audaz en el que el actor enciende la adrenalina, la diversión y hasta la polémica en cada momento oscuro de la película. Una de las mayores incógnitas que rodean a Barnes es por qué, siempre que vuelve, hay algo que nunca pasa de largo: su amor por Nasha, interpretada por Naomi Ackie.

Es eso, y la forma en la que constantemente va cambiando de personalidad después de ser impreso nuevamente, lo que hace brillar a Pattinson. Siento que es una de las películas en las que tuvo más trabajo, esfuerzo y en la que, por qué no decirlo, puede ser merecedor de un premio. Hay, un momento en específico de la historia, en la que la clonación se sale de control y termina habiendo dos Mickey en el mismo momento. Es, justamente allí, donde las dos mejores versiones de Pattinson quedan a la luz: en cualquier salto de cámara puede ser un egocéntrico, manipulador y eufórico asesino, pero al mismo tiempo una persona emocional y tranquila que solo busca establecerse con su vida. Algo complejo, pero también estupendo.

Mickey 17

Y, a decir verdad, del elenco es solamente Pattinson quien destaca. Aunque, bueno, Naomi Ackie también tiene lo suyo: es impulsiva y artísticamente imponente, pero no mucho más. En tanto, una de mis mayores decepciones fue Mark Ruffalo quien, a pesar de que por momentos me parece un actor fascinante, hay momentos en los que recae en un lugar tan básico y repetitivo como en "Mickey 17". Su personaje es tan déspota y bufonesco que termina siendo aburrido, al igual que el de Toni Collette que, de tan sátiros que buscan ser, se tornan intensos y forzados.

En definitiva, "Mickey 17" buscó ser algo que no logró: una película futurista llena de diversión, pero solamente se convirtió en algo caótico donde sobra una parte considerable del metraje. Sin dudas, uno de los más grandes fallos de Bong Joon-Ho.

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