El incómodo momento de Donald Trump en el servicio religioso de su asunción: "Hay niños gays, lesbianas y trans que temen por sus vidas"

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Acostumbrado a mencionar a Dios en sus discursos como si fuese un buen pastor, Donald Trump se encontró con un pedido de misericordia en la catedral episcopal.

Afecto a nombrar a Dios ante su público en eventos proselitistas, Donald Trump se mostró visiblemente descolocado el lunes de esta semana, cuando la obispo episcopal de Washington, Mariann Edgar Budde, le pidió piedad de proporciones bíblicas para con grupos marginalizados, como los inmigrantes indocumentados o las personas que pertenecen al colectivo LGBT.

"Déjeme hacer un último pedido, señor Presidente: millones han depositado su confianza en usted y, como le dijo a la Nación ayer, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En el nombre de nuestro Dios, le pido que tenga piedad de la gente en nuestro país que tiene miedo ahora", expresó la obispo en un servicio religioso rezado en la Iglesia Episcopal de St. John.

"Hay niños gays, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes. Algunos temen por sus vidas", agregó Budde, con un Donald Trump que desviaba la mirada en la primera fila, una Melania Trump incapaz de mostrar reacción alguna y el vicepresidente, JD Vance y su esposa, Usha Vance (ambos de fe católica) mirando al horizonte.

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Detrás de Donald Trump se sentaron a escuchar el sermón sus hijos mayorers, como Donald Trump Jr. o Tiffany Trump, que fue la más elocuente con sus miradas a la hora de recibir el mensaje de Budde.

La Obispo de Washington se refirió también a "la gente que cosecha nuestros cultivos, que limpia nuestras oficinas; que trabaja en granjas avícolas y en plantas de procesado de carne; que lavan los platos después de que comemos en los restaurantes y trabajan durante la noche en los hospitales", y recordó que "puede que ellos no sean ciudadanos (estadounidenses) o tengan los documentos adecuados, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son criminales".

"Pagan impuestos y son buenos vecinos. Son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos. Le pido que tenga piedad, señor Presidente, de aquellos en nuestras comunidades cuyos hijos temen que sus padres sean llevados lejos, y que ayude a quienes escapan de zonas de guerras y persecusión en sus propias tierras, para que encuentren compasión y una bienvenida aquí", expresó Budde.

"Nuestro Dios nos enseña que debemos ser piadosos con el extranjero porque todos fuimos extranjeros una vez en esta tierra. Que Dios nos conceda la fuerza y el coraje de honrar la dignidad de cada ser humano, para hablarnos unos a otros con la verdad, en el amor, y caminar con humildad juntos con nuestro Dios, por el bien de todas las personas, en esta Nación y en el mundo", cerró.

Ese pequeño tramo de la homilía de Budde se convirtió en viral, no tanto por sus palabras llenas de compasión e integridad, sino por los ojos empequeñecidos que le negaron la mirada desde la primera fila.

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