Éste es el búnker en el que permanecía escondido "El Chapo" Guzmán
El líder del cartel de Sinaloa, capturado la semana pasada por la policía mexicana, vivía oculto en una casa repleta de comida en mal estado y con un túnel por el que salía al exterior. Estaba en medio de una zona residencial.
Joaquín "El Chapo" Guzmán vivía en una casa recién reformada y preparada para convertirse en un discreto refugio enclavado en medio de una zona residencial. Los ayudantes del Chapo eligieron la única casa que estaba rodeada de árboles frondosos que escondían la fachada y que permitía ver sin ser vistos.
Según publicó el diario El Mundo, colocaron hasta cámaras de vídeo. Sin embargo, la mayor sorpresa era la propia ubicación. El Chapo se fue a esconder a la propiedad de su mayor enemigo: el cártel de Beltrán Leyva, el grupo criminal que controla esta parte del municipio.
Dentro, en la habitación que estaba en la planta baja, junto a la cocina y el salón, la única que tiene una cama de matrimonio, El Chapo y su lugarteniente, Orson Iván Gastelum, abrían una puerta oculta de un clóset de madera con un vidrio ostentoso que les comunicaba con el túnel que habían construido para escapar. La apertura se accionaba desenroscando una bombilla y tirando de una palanca. Cerraron y comenzaron a correr.
Entre las pertenencias encontradas había tintes para barba y bigote, testosterona inyectable, medicamentos para mejorar el rendimiento sexual (pastillas de Viagra), además de refrescos vacíos, latas y restos de comida, cajas de teléfonos móviles, una bolsa con medicinas y jeringas, una enorme cantidad de calzoncillos de marca y una completa colección de artículos de higiene personal.
En la cocina, donde el olor a comida podrida es fuerte, se ve junto a una ventana un segundo rastro de sangre y las marcas de las balas en las paredes. Hay cajas con comida china encargada putrefacta, "ya lo estaba cuando llegamos", nos dicen, tortillas, huevos, fruta y vegetales descomponiéndose.
La cantidad era suficiente para dar de comer a mucha gente en tiempos de encierro. También se contempla un teléfono móvil de los antiguos, sin internet, que no pueden ser rastreados y que usan siempre los narcos, y una foto de dos niños junto a una carta que parece escrita por una hija a su padre. La firma Melissa y le dice a su papá que le quiere ver por Navidad y que le extraña mucho. Es probable que el papá esté ahora muerto o en la cárcel.
Los hombres del Chapo derribaron la heladera, para hacer una barrera y entorpecer el paso por las escaleras, y huyeron hacia la segunda planta. Seguir su camino es fácil: hay toda una pared llena de agujeros, algunos de armas de calibre grueso, en el pasillo. Fue una inteligente idea para distraer a las fuerzas de seguridad, que en un primer momento creyeron que El Chapo se les escapaba por la azotea.
En las cuerdas sigue la ropa tendida. Hay bastantes prendas interiores femeninas. Dos mujeres fueron detenidas en la operación junto a cuatro hombres. Eran la cocinera personal del Chapo y la cocinera que alimentaba al resto del grupo. "Eran mujeres de apariencia normal, pero es probable que hicieran algo más", cuentan.
En un cuarto al fondo quedan cuatro cintas de DVD de alquiler. Las cuatro son de La Reina del Sur, la serie que protagoniza la actriz Kate del Castillo, quien llevó a Sean Penn a hacer la contovertida entrevista al narcotraficante.
Parece que su pasión por la actriz la trasladó también a su guarida de la ciudad, lejos de donde tenían sus encuentros en las montañas. En los dos baños de esta planta se acumula el papel higiénico usado en papeleras, como si estuviera prohibido echarlo a las tazas.
Curiosamente, a unos 100 metros de la casa de El Chapo, en el hogar de un campeón del mundo mexicano de boxeo, Fernando Kochulito Montiel, capturaron a un pistolero que había roto una ventana y se había escondido en su domicilio. "Con el ruido de las balas no escuché que rompía el cristal y se me metió dentro", se justificó el boxeador.
El Chapo intentó sobornar a los policías, prometiendo: "Si me dejan libre, nunca más tendrán que trabajar". Pero hicieron caso omiso y esperaron la llegada de los refuerzos por una vía rápida, de dos carriles y mucha visión. Y llegaron rápido decenas de hombres que se apostaron con sus armas en la terraza a la espera de que pudieran sacar al pez gordo.
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