Otro papelón argentino en la ONU: volvió a rechazar en solitario una resolución de la Asamblea General
Por orden de Javier Milei, el nuestro fue el único país de las Naciones Unidas (ONU) en votar contra de una resolución referida a la prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, aprobada por la Asamblea General.
La Argentina anarcocapitalista de Javier Milei volvió a ser noticia a escala mundial: fue el único país integrante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que votó en contra de una resolución referida a la prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas.
El documento se debatió el lunes en la Asamblea General del organismo y fue aprobado por 170 países, 13 se abstuvieron y el Gobierno liberal ordenó que la delegación nacional que se oponga, quedando en solitario en el consenso internacional.
La votación se desarrolló una semana después al rechazo a la resolución sobre derechos de los pueblos indígenas, en la que también nuestro país quedó aislado del resto del mundo. El documento promueve el acceso a la justicia, la protección del medio ambiente y la preservación de culturas y lenguas de los pueblos originarios.
Javier Milei contra el resto del mundo
Ahora, la nueva resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU que solo la Argentina rechazó, se titula “Intensificar los esfuerzos en la prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, en especial en el entorno digital”.
Propuesta por países como Albania, Alemania, Argentina, Andorra, Bolivia, Colombia, España y México, destaca la gravedad de la violencia digital y su impacto “desproporcionado” en mujeres y niñas, instando a los Estados a fortalecer sus leyes y políticas para combatirla, reconociendo al mismo tiempo a la educación y la participación de la sociedad civil como esenciales para enfrentar este problema global.
Ambas votaciones se enmarcan en las órdenes impartidas por el Poder Ejecutivo al canciller Gerardo Werthein, quien vino a ratificar la posición libertaria en cuanto a política exterior, que se diferencia de la Agenda 2030, el Pacto del Futuro y rechaza los llamados derechos de tercera generación y de incidencia colectiva, dejando a la Argentina en soledad en cuanto al consenso mundial sobre esos temas cruciales.
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